Así que te has aventurado en el salvaje mundo de FurAffinity, ¿eh? Es el lugar donde tu dragón interior, o cualquier otra criatura que te haga vibrar, puede encontrar compañía *ejem* para adultos. Te registras para ver contenido para adultos, navegas por el arte «yiff» y, tal vez, solo tal vez, estás pensando en qué fursuit elegir para la próxima convención furry. Pero seamos realistas, ¿qué se esconde tras las puertas de esa convención? ¿Estás preparado para aceptar el anonimato y la libertad que conlleva?
Cuando entras por primera vez en este zoológico digital, puedes pensar: «Oh, solo son unas criaturas monas, nada demasiado salvaje». Pero, sorpresa, no puedes acceder al contenido real sin registrarte. Tienes que registrarte y decirles que te gusta el contenido para adultos, porque este sitio no se corta un pelo.
Una vez que entras, es una historia completamente diferente, literalmente. El arte y la literatura dan un giro extraño; hay dragones con partes extra disfrutando de un buen rato, y no puedes evitar pensar: «¿Es esto lo que Tolkien quería decir con la Tierra Media?». No exactamente, pero te acercas. Y ni siquiera me hagas hablar de los fanfics en los que los Pokémon pasan de luchar por medallas a participar en intercambios *muy* diferentes.
La comunidad te tiene cubierto (o descubierto) con todos los fetiches que no sabías que podías tener: vore, sexo con trajes de peluche y, sí, incluso baladas de amor anal con armadillos, aunque este último parece estar ausente. Pero aquí está lo mejor: no se trata solo de los dibujos o las historias; hay toda una cultura, gente que asiste a convenciones con trajes completos de peluche, que fabrica consoladores que parecen haber estudiado zoología un poco en profundidad.
Y aunque algunos vienen por el contenido para adultos, otros se quedan por la comunidad, los debates y el anonimato extrañamente liberador que te permite ser cualquier criatura que desees. Así que prepárate para divertirte de forma pervertida, donde la única regla es disfrutar del viaje, sin importar lo salvaje o descabellado que se vuelva.